
Pese a intervenir en el asunto el COE y la SGAE, y pese a que entre los prohombres que juzgarán la letra del himno está el inefable Jiménez de Parga, la cosa no parece ilegal, pero temo que el engendro sea de dimensiones catastróficas y acreciente sobremanera las tendencias separatistas y las ganas que tenemos algunos de que España se rompa de una vez por todas. Yo ya lo digo de antemano: me da igual la letra que le pongan, yo sentiré vergüenza propia y ajena en cualquier caso. No les concedo ni el beneficio de la duda. Creo sinceramente que estos perínclitos seres, tan catedráticos, tan triunfadores, tan avezados ellos, van a elegir una letra de mierda (una letrina) para el himno.
Estamos asistiendo últimamente al rocambolesco caso de la niña de 11 años embarazada. He llegado a leer en los periódicos algo sobre “la niña embarazada de 11 años”, lo cual es un periodo de gestación de la hostia. Lo más fuerte es el titular de un noticiero digital: “Un familiar es el padre de la niña embarazada”. Nos ha jodido, un familiar de lo más cercano, concretamente el padre. Por si alguien no se cree que imbecilidades de este tipo se publican a diario en todo tipo de soporte (internet, prensa, radio, televisión, el catecismo, el Corán y hasta por fascículos), aquí reproduzco esa joya literaria impagable, porque estas ‘obras maestras’ del castellano deben preservarse para la posteridad.
Así las cosas, no me extraña que haya quien quiera hablar leonés, gallego, vasco, catalán o pachuezo a toda costa y a costa de marfil, porque, de este modo, sus eructos los entendería mucha menos gente de cada vez.
Otra cosa que se ha puesto muy de moda en estos días aciagos (¿por qué iban a ser una excepción?) es una nueva modalidad periodística: Los 'neocols', autores de las columnas, críticas y confidenciales anónimos. Bueno, como tal vez mi opinión al respecto pueda parecer sesgada, pues yo jamás he hecho una crítica ni un ataque ni una columna de opinión que no haya firmado con mi nombre, reproduzco aquí algunas opiniones de un pensador mucho más profundo que yo y que no es nada sospechoso, porque murió en 1860, no como otros.
Se trata de Arthur Schopenhauer, de quien, por suficientemente conocido, no hay más que decir. "Hay que considerar de entrada al crítico anónimo como un bribón que, desde el principio, se propone engañarnos"; "cuando se trata de atacar, Don Anónimo personifica a Don Canalla". Luego, hay otra caterva de críticos y columnistas que, aunque firman con su nombre, mejor sería que no firmaran, habida cuenta de las faltas e incorrecciones lingüísticas que adornan sus escritos. Y hay aún otra categoría de columnistas que engloba a aquellos que no teniendo nada que decir van y lo dicen. Llevados por un incomprensible afán de notoriedad, en general éstos llamémosles escritores, suelen firmar sus deposiciones... y no comprendo el porqué.
PD. Me parece tan evidente que el PP hace catastrofismo con la política española, como que el PSOE hace catastrofismo con el cambio climático. ¿Por qué entonces no se miden con igual rasero el uno y el otro?. Ambos partidos luchan a brazo partido y a brazo de gitano por un puñado de votos, con el objetivo de poder llegar a colocar a unos cuantos puñados de cuñados. Ahora, a votarles si hay cojones.